Dentro de no mucho tiempo no quedará sobre
el planeta ninguna persona que tenga el más mínimo recuerdo de mi persona.
Todos mis hechos, mis pensamientos, mis deseos, frustraciones y anhelos formarán parte del olvido. Al igual que los de otros varios millones de personas, miles de millones de personas cuyo paso por la Tierra formará parte del anonimato,
Todos mis hechos, mis pensamientos, mis deseos, frustraciones y anhelos formarán parte del olvido. Al igual que los de otros varios millones de personas, miles de millones de personas cuyo paso por la Tierra formará parte del anonimato,
Esa certeza, apoyada en el actual olvido
de las generaciones pasadas, deviene obsesión para gran parte de la humanidad
hasta el punto de inventar creencias religiosas que permitan soslayarla.
Paraísos, reencarnaciones o más allás se amontonan, en vano, en la historia
humana.
La realidad es que solo pervive el ego de
los ególatras, la locura de las acciones desesperadas y quizás algún fruto de
la genialidad. Aunque no por mucho tiempo; aquel que es capaz de aguantar cada
etapa cultural.
Así pues, y desde esta perspectiva, sirvan
estas memorias para serlo de un hombre cualquiera. Sin ninguna importancia en
cuanto a sus hechos o contenidos, vulgares, normales, cotidianos, como los de
cualquier don nadie. Diferentes a las de cualquier otra persona y al tiempo
insignificantes, ya que su inexistencia o existencia hubiera pasado
desapercibidas en la misma medida.
¿Por qué? Es la única pregunta. Quizás para
así reivindicar las vidas de todos los don nadie. Porque ellas y ellos son la
humanidad no representada, no recordada, no respetada.
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